lunes, 3 de abril de 2017

Sobre la muerte - La inevitable muerte, la finita vida

Ese momento cuando todo te cambia, convirtiendo tu mundo de colores brillantes y variados en uno gobernado por escalas de grises… naces y unas manos firmes te guardan, te arrullan, te alientan, te calman, pero después en un instante abres los ojos del alma, de la conciencia y te das cuenta que todo es tan efímero y que esas manos firmes del primer respiro, no son eternas y en cambio son tan frágiles.

Andre Kohn Zeichnungen
Nací en el año 90, maravillosa época, la hija deseada de un matrimonio estable, tuve una niñez muy normal, con las pesadillas que algunos enfrentan, fui mimada, también humillada por lo altos estándares de la sociedad, inculcados desde los primeros pasos, desde pequeños sabemos que es feo y yo para mis compañeros no fui un lucero. Realmente tuve días muy normales, a los tres años me obsequiaron una hermana y junto a ella cree juegos, consolé lágrimas al cometer travesuras y pagar el precio. Junto a ella he compartido y vivido la inevitable muerte, la finita vida.

Cuando tenía ocho años y mi hermana cinco, perdimos a mi madre, fue un episodio fugaz. En un momento mi madre estaba despidiéndose en la puerta de la casa de mi abuela, prometiendo que regresaría temprano y al otro, todos lloraban su cuerpo arreglado de blanco dentro de un ataúd. Causa de la muerte, en el acta de defunción se citan varias afecciones, de esas con nombres raros, pero poéticamente, el corazón se le rompió en decenas de minúsculos pedazos.


nochedeamanecer.blogspot.com
Me costó mucho aceptar que no se trataba de una película o de un juego de muy mal gusto, esperaba que me dijeran, ven Milagro (es mi segundo nombre, así me llama mi familia) todo es mentira… o más dramático aún, que mi mamá llegará y dijera, tranquila, se equivocaron. Para mi trauma, acepte la verdad cuando parada al ras del hueco, donde metían el ataúd, me dio un ataque de miedo. Siempre le tuve miedo a las alturas y todo lo que podría inspirar una escena de miedo y aquello me inspiraba una escena de miedo, lo mismo pensé que le pasaba a mi madre en esa caja de madera, debía tener miedo, no le gustaría y lo peor era que para mi inocente ser nadie la ayudaba, grité, lloré, pataleé y sollocé para que la sacaran. Entendí entonces que era verdad, ella estaba muerta, ella no volvería, ella ya no sentía.

Superé de la mejor forma quedar huérfana de madre, empecé a batallar con mis días y junto a mi abuela paterna -mi hermana y yo- nos consolamos la ausencia femenina… Nos quedaba nuestro padre.

El señor José, nuestro padre, fue un ser muy difícil, era exigente, pero abnegado, quería protegernos y que hiciéramos lo correcto. No obstante, creo un muro de miedos y se volvió distante, a pesar de que no apartaba su pisada de nuestros pasos. Nos forjó a mi hermana y a mí con temple, mano duro, disciplina y nos hizo mujeres independientes, capaces de afrontar la vida, nos preparó para enfrentarnos al mundo. Sólo que en el camino olvido juzgarnos menos y halagarnos más, nos hizo inseguras en secreto, temerosas a la vida (en pequeña medida) y con cierto grado de locura (grado alto)…

Soosh - Superman
A la edad de veinticinco años yo era un desastre, vivía sumida en los rincones, deprimida, reducida… Estaba pasando por un periodo de poca valoración propia, tenía problemas existenciales y en medio de ese show mediático llamado mi vida, enfermó mi padre, en un abrir y cerrar de ojos la gran muralla, la imponente montaña, el majestuoso roble, el imparable, el inquebrantable se redujo a un remanso de dolores, fluidos, jeringas y falta de esperanza.

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Tuve tanta rabia, tanta rabia, por qué, me pregunté un centenar de veces, por qué debe ser así, ser tan fuerte, ser tan capaz y luego no poder limpiarte el culo. Trabajar tanto, ayudar tanto, para que luego no puedas ni respirar. Me interrogué, una, otra y otra vez… ¿de qué depende la forma de morir, el momento?

Era la primera vez que me enfrentaba a este deterioro, mi madre tuvo una muerte instantánea, un desenlace fulminante. En cambió mi padre se marchitó poco a poco, se quebró a pedazos, fue perdiéndolo todo a tramos y lo peor era que suplicaba una segunda oportunidad. Un tumor cerebral, una masa de aproximadamente 6x6x6 le jodia la existencia y al parecer el destino confabulaba, no se lograba operar...

La finita vida de José Santiago, su vida se basó en criarnos y sólo me vio a mí graduarme, a mi hermana la dejó encaminada, pero con un puesto vacío el día que marcaba una de sus tantas llegadas. José no vio cumplida su propia meta, vernos ser profesionales.
Soosh - Padre e hija

La finita vida de José Santiago, marcada por posponer y esperar a que mañana se dieran mejores condiciones para hacer algo por él. Una existencia reducida siempre en preocuparse por lo demás y olvidar sus necesidades.

La inevitable muerte de José Santiago, recuerdo que mi papá lloró mucho antes de morir, decía que le faltaba mucho por vivir… Murió en el hospital, luchando por respirar, no había capacidad para una muerte decente, no había nada realmente. Murió resoplando, puedo decir que murió luchando, hasta que mi hermana (su chiquita bella) le dijo, está bien, te puedes ir..., pero yo no me despedí.

Quedé huérfana hace un año, en una noche de abril, lo supe desde siempre, cuando lo vi en la cama mirando fijo una luz que no podía ver. Generalmente los gigantes cuando caen difícilmente se levantan, porque ya han dado bastante.

Recuerdo que llegue a escuchar, “Dios sabe lo que hace”. ¿Realmente Dios sabe lo que hace? No lo sé, tal vez Dios sólo ve como un espectador más y dada su naturaleza no se aterra, ni se espanta, incluso ni se alegra, únicamente ve. Seguramente para él la muerte es un episodio más y el sufrir una forma interesante de distracción antes del final.

Después de la muerte de mi padre me quedó un mal sabor de boca, él se aferró tanto a vivir y desperdiciamos nuestros días aferrados a esa idea, que  cuando le tocó partir yo tenía una relación quebrada con él, quebrada porque sentía que le había fallado. Hoy aún siento eso, siento que debimos compartir de mejor forma sus últimos días, agradecerle por todo, pero no fue así y no lo será… Mis recuerdos de su final serán siempre que pude hacer más, que no le dije cuánto lo quería y que hubiera dado lo que di y más por verlo otra vez levantarse tempranito e ir a la cancha cercana a la casa a darse un trotecito.

Soosh - Desde lo alto



Esto es sobre la muerte, sobre las muertes de mis padres… y mientras releo esto pienso, sin importar los sueños, los planes, en algún instante, de alguna manera nos vamos a morir.



G. M. Santiago
P. S. Escribiré pronto









Recomiendo leer:
El diario de Ana Frank
Sobre el libro



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